No sé, si alguna vez les ha pasado a ustedes, que han
imaginado una conversación al ver dos personas sentadas.
Yo lo hago, cuando espero sentada bajo la sombra. Creo guiones para dos personas y se las voy recitando imaginariamente.
Hace poco, imagine un “romance”.
Una pareja hablando de lo común, mirándose
fanáticamente a los ojos
Ella queriendo sonreír y contagiar su risa.
Él recostado en la banca estirando las manos y
sacándoles nada.
No es por nada, pero creo que llegue al momento
crucial y ya no sé qué decir, típico. Adiós guion, justo, me salvo la campana.
Me di cuenta que prefiero caminar en círculos, que
quedarme sentada en un solo lugar. Siempre pensé que caminar en círculos estaba
mal, pero vamos! quizás en una esas tantas vueltas que doy, vea algo distinto, que
a la primera vuelta que di.
¿Crees en las casualidades? – preguntaste, lo
siento aun no tengo la respuesta.
¿Qué pasaría si el mundo fuera al revés? – yo
pregunte, pero solo me sonreíste y no le diste importancia. Siempre tu
egocentrismo.
A veces, el silencio convoca recuerdos pasados,
quizás ya algo olvidados, parodias falsas, monólogos aun no dichos,
malentendidos sin resolver, espejismos de demonios, odio reprimido.
O a veces simplemente es tan solo silencio.
Porque de alguna manera queremos explicar con mentiras siempre, lo cierto es
que uno siempre esta primero y después, los demás. Así, egoístamente, y sin
culpa.
Ya no tengo miedo de decirlo.
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